2.- AUTOR: VLADIMIR ILICH ULIANOV, Lenin
3.- ABSTRACTO.
¿Qué hacer?, es un libro que fue escrito por Vladimir Ilich Ulianov-
Lenin, en un momento de disputas, controversias y enfrentamientos dentro del
partido socialdemócrata Obrero Ruso, un partido caracterizado por su disciplina
y su centralismo, que estaba integrado por revolucionarios profesionales de la época,
es por ello que este libro ya anticipaba lo que ahora es mundial mente conocido
como la vanguardia o precursores del proletariado.
3.-ABSTRACT
What to do It?, is a book that was written by Vladimir Ilyich Ulianov-Lenin, at a time of disputes, controversies and clashes within the Social-Democratic party Russian Workers, a party characterized by its discipline and centralism, which was composed of professional revolutionaries of The epoch, is Why this book and what is anticipated is what is now known worldwide as the vanguard or precursors of the proletariat.
3.-ABSTRACT
What to do It?, is a book that was written by Vladimir Ilyich Ulianov-Lenin, at a time of disputes, controversies and clashes within the Social-Democratic party Russian Workers, a party characterized by its discipline and centralism, which was composed of professional revolutionaries of The epoch, is Why this book and what is anticipated is what is now known worldwide as the vanguard or precursors of the proletariat.
4.- PALABRAS CLAVES
- vanguardia, Minoría que extrema las tendencias ideológicas, políticas,
literarias, artísticas, etc., de un grupo o movimiento más numeroso, o que
anticipa las que después irán ganando adeptos.
- Proletariado, Personas que no disponen de medios propios de producción y vende su
fuerza de trabajo a cambio de un sueldo o salario.
- Libertad de Critica, Uno de los
componentes básicos de la libertad de expresión. En otras palabras, hacer público
tu desacuerdo con alguna acción gubernamental.
- socialdemocracia, Corriente política moderada dentro del socialismo que defiende que
la transformación de la sociedad puede llevarse a cabo desde una
democracia parlamentaria y no necesariamente desde la revolución.
- Revolución, Cambio violento y radical en las instituciones políticas de una
sociedad.
- Reformas Sociales, Las
reformas sociales son unas medidas de carácter político y económico que
apuntan a mejorar la eficacia, la calidad de vida y la igualdad en el
acceso a servicios y bienes considerados fundamentales para la sociedad.
Ejemplos: Salud, Educación, Acceso a la tierra y a la propiedad.
5.- INTRODUCCION:
El presente trabajo
de análisis del libro ¿qué hacer? de Vladimir Ilich Ulianov- Lenin.
Está basado con el propósito de dar a conocer la Situación general en
Rusia a finales del siglo XIX. Y los comienzos del Partido Obrero Social
Demócrata Ruso.
El Partido Obrero
Social Demócrata Ruso (P.O.S.D.R.) se fundó oficialmente en 1898. Ya que por entonces
Rusia se encontraba en proceso de rápida industrialización, casi con idéntica
intensidad al de Estados Unidos. Este proceso de industrialización había
causado la aparición de una creciente clase obrera, que contaba en su seno
grandes diferencias sociales entre los trabajadores especializados de la
industria y los obreros no especializados.
En 1893 llegó Lenin a San Petersburgo
para participar activamente en los movimientos revolucionarios de la capital, y
se unió al círculo de jóvenes teóricos marxistas. Lenin asumió, casi desde el
principio, el liderazgo de este círculo gracias a su excelente conocimiento de
la teoría marxista y a su habilidad dialéctica. En 1894 Martov regresa de San
Petersburgo un social- demócrata de esta ciudad, el cual trajo una nueva táctica
de acción: la agitación activa de los trabajadores y artesanos judíos.
Y en 1895 Lenin y Martov se aliaron
para constituir la «Unión de Combate de San Petersburgo para la Libertad de la
Clase Obrera».
En este revoltijo de ideas y comités
surge una nueva tendencia, inspirada en los escritos de Kuskova. Con
el nombre de Credo y bajo la influencia de Bernstein, se
proponía que los marxistas rusos se contentasen con asistir económicamente a
los obreros y participar en el movimiento constitucional de la burguesía rusa.
El Credo tuvo muy poco éxito, pero su importancia radica en
que motivó una fuerte reacción de Lenin: la Protesta.
Las controversias teóricas que
siguieron no consiguieron obstaculizar seriamente las actividades prácticas de
los socialdemócratas.
El primer Congreso Social‑demócrata
contó sólo con nueve asistentes. Este Congreso adoptó el estatuto del
partido, eligió un Comité Central de tres miembros, dos de los tres miembros
del Comité Central, y la mayor parte de los asistentes al Congreso, fueron
arrestados apenas éste se había concluido.
Los tres años de exilio de Lenin
terminaron en 1900. Durante ese período se demostró extremamente activo,
elaborando un plan dirigido a unificar la social‑democracia rusa bajo el
estandarte de la ortodoxia marxista y la lucha política contra la autocracia.
Para ello fundó una revista teórica ―Amanecer― y un nuevo
periódico político ―Iskra―, que no tuvieron buena acogida.
A pesar de eso, Lenin repudió
sistemáticamente a todos los que disentían de sus ideas, al mismo tiempo que
mantenía su facción, aparentemente de modo informal: para ello se servía de los
comités literarios de Iskra.
En estas condiciones
escribió ¿Qué hacer?, que se convirtió en la guía de sus
simpatizantes en materia de organización, estrategia y táctica.
6.- CONTENIDO
el libro se ha dividido en dos partes: «Libertad de crítica»
y la "Espontaneidad de las masas y la conciencia de la
socialdemocracia", «Libertad de crítica» según Lenin, era
entonces uno de los slogans (frase publicitaria) más en boga
por parte de los partidarios del economismo, especialmente Bernstein y
Millerand, que niegan el hecho de un creciente empobrecimiento y el aumento de
la proletarización, así como la intensificación de la contradicción
capitalista, afirmando que la socialdemocracia debe ser un partido únicamente
reformista, que, por tanto, permitiría que uno de sus miembros participara en
un gabinete burgués.
Por tanto, «libertad de crítica»
significa libertad para una tendencia oportunista dentro del Partido, que
quiere convertirlo en un partido democrático de reforma, y libertad para
introducir ideas y elementos burgueses en el socialismo.
La crítica en Rusia comienza con entusiasmo ante las nuevas ideas:
«Se publicaron libros marxistas, se crearon revistas y periódicos, casi todo el
mundo se convirtió al marxismo. Los marxistas fueron adulados, solicitados y
los editores se alborozaron por la extraordinaria y sostenida venta de
literatura marxista».
Empiezan los desacuerdos dentro del
partido por culpa de las ideas de Bernstein, que reducía la lucha de clases a
un estrecho sindicalismo y a miserables reformas graduales y se proponen los
medios para «rescatar» a los disidentes o contrarios: renovar los esfuerzos por
aunar todos los trabajos teóricos, combatir activamente la crítica legal y
oponerse activamente a las confusiones y dudas creadas por este movimiento.
Lenin indica que sus ideas en
materia de organización, deben ser precedidas por una exposición de las
diferencias existentes entre él y sus adversarios dentro de
la social-democracia rusa.
El papel de la teoría, tal como es
presentado en el primer capítulo, es funcional. Inicia su argumentación con la
premisa de que no puede darse un movimiento revolucionario sin una
teoría, Para que un partido tenga éxito en la lucha revolucionaria es
preciso que se halle guiado por una teoría avanzada. Cuál será esta teoría
puede deducirse solamente a partir de las observaciones que aporta Lenin al
hablar de los criterios que la identifican.
El primero es la
convicción personal de que una teoría particular es la correcta. El
segundo es el éxito, en la lucha política, de aquellos
que defienden tal teoría. Al poseer la convicción de que
una teoría es la correcta, una persona debe empeñarse en conseguir que
reemplace a todas las demás teorías rivales. Esta es la batalla que, junto con
la lucha política y económica, desempeña un papel importante en la lucha
revolucionaria. Debido a la importancia de la teoría en la lucha, cualquier
desviación, ya sea por abandono de algún punto sustancial, ya porque se
comprometa su validez exclusiva, provoca el debilitamiento de la propia postura
y el fortalecimiento de la del enemigo.
El segundo punto
importante de la estrategia leninista es la relación existente
entre la espontaneidad y la toma de conciencia. Este
punto se relaciona lógicamente con el anterior, puesto que una vez establecida la función que desempeña la teoría correcta,
hay que desentrañar su origen, pero ―aquí Lenin se expresa con fuerza― las
teorías no nacen espontáneamente de las masas, sino que se desarrollan en la
cabeza de los intelectuales.
La idea de que los trabajadores tienden
naturalmente hacia el socialismo es verdadera ―continúa Lenin― sólo en el
sentido de que la teoría socialista explica a los trabajadores su situación y
los atrae, y no en el sentido de que, de alguna manera, emerge espontáneamente
en sus mentes. Abandonados a sus propias fuerzas, los trabajadores no pueden
sino producir ―y de hecho han producido― una serie de exigencias primitivas,
diseñadas solamente para mejorar su situación, cuando se enfrentan a sus
patronos. Ellos no producen la teoría socialista que se dirige a la abolición
de esta situación.
El tercer principio invocado por Lenin
es la necesidad de utilizar en la lucha política a todas las clases de la
población que, por la razón que sea, se oponen al enemigo.
Para ello ―es el cuarto principio― hay
que mostrar que se defiende la causa que aquella persona o grupo considera de
capital importancia. No es necesario que estas causas se encuentren
conectadas entre sí, ni siquiera que sean mutuamente consistentes: lo que es
importante es que den la impresión de ser consistentes; y para lograrlo se
necesita la reducción de toda causa particular a una general, o al menos
hacerla aparecer como un aspecto de una causa más amplia.
Finalmente existe el precepto táctico
que podría recibir el nombre de eslabón decisivo: la formación de un
periódico que haría las veces no sólo de propagandista y agitador colectivo,
sino también de organizador colectivo.
I. Dogmatismo y
«libertad de crítica».
a) Qué
significa «libertad de crítica».
«Libertad de crítica», según Lenin, era entonces uno de los slogans más
en boga por parte de los partidarios del economismo, especialmente Bernstein y
Millerand, que niegan el hecho de un creciente empobrecimiento y el aumento de
la proletarización, así como la intensificación de la contradicción
capitalista, afirmando que la socialdemocracia debe ser un partido únicamente
reformista, que, por tanto, permitiría que uno de sus miembros participara en
un gabinete burgués
Por tanto, concluye Lenin, «libertad de crítica» significa libertad para
una tendencia oportunista dentro del Partido, que quiere convertirlo en un
partido democrático de reforma, y libertad para introducir ideas y elementos
burgueses en el socialismo
b) Los nuevos
defensores de la «libertad de crítica».
En este apartado, que no tiene especial interés, Lenin critica a Rabocheye
Dyelo ―órgano central de la Unión de los Socialdemócratas en el extranjero―
por haber defendido las ideas de Bernstein y por afirmar que esta «libertad de
crítica» es necesaria para que exista una unión duradera en el seno del
Partido
c) La crítica
en Rusia.
Ahora se expone una pequeña síntesis histórica del desarrollo del
marxismo en Rusia. El primer entusiasmo ante las nuevas ideas: «Se publicaron
libros marxistas..., se crearon revistas y periódicos, casi todo el mundo se
convirtió al marxismo. Los marxistas fueron adulados, solicitados..., y los
editores se alborozaron por la extraordinaria y sostenida venta de literatura
marxista»
También se señalan las primeras disensiones por culpa de las ideas de
Bernstein, que reducía la lucha de clases a un estrecho sindicalismo y a
miserables reformas graduales, y se proponen los medios para
«rescatar» a los disidentes: renovar los esfuerzos por aunar todos los trabajos
teóricos, combatir activamente la crítica legal y oponerse activamente a las
confusiones y dudas creadas por este movimiento.
d) Engels y
la importancia de la lucha teórica.
Los partidarios de la «libertad de crítica» afirman que sin ella
inevitablemente se caería en el dogmatismo, el doctrinarismo y la osificación
del Partido Pero Lenin afirma que en todas sus publicaciones «no
se dice ni una palabra acerca del trabajo teórico y de la urgente misión que
nos aguarda ahora»
Por tanto, parece que la tan pregonada exigencia de libertad de crítica
no implica la sustitución de una teoría por otra, sino libertad de toda teoría
sistemática y ponderada. También implica eclecticismo y ausencia de principios. Estas palabras de Marx deberían ser bien meditadas: «Si vosotros
deseáis uniros, pactad acuerdos que satisfagan los fines prácticos del
movimiento, pero no permitáis ninguna concesión de principios..., no hagáis
ninguna concesión teórica» (Crítica al Programa de Gotha). Este
principio, observa Lenin, es de suma importancia para los socialdemócratas
rusos y hace que «el papel del combatiente de vanguardia pueda solamente ser
satisfecho por un partido guiado por la teoría más avanzada».
Tampoco podemos olvidar a Engels, quien reconoció: «...no dos formas de
la gran lucha de la Social‑Democracia ―política y económica―, tal como está de
moda entre nosotros, sino tres, colocando la lucha teórica al mismo nivel que
las otras dos».
A lo largo de este primer apartado ha surgido ya la afirmación de que el
Partido no puede ser un mero reformador del orden social existente
:su papel será destruir ese orden por todos los medios Prácticos que no sean
contrarios a la teoría marxista, para después reemplazarlo por la teoría y
práctica marxistas.
II. La espontaneidad
de las masas y la conciencia de los socialdemócratas.
No cabe duda de que la fuerza actual del movimiento radica en el
despertar de las masas, mientras que su debilidad yace en la ausencia de una
toma de conciencia y de iniciativa entre los líderes revolucionarios. Por esta
razón, queda planteada la cuestión de la relación entre la toma de conciencia y
espontaneidad: la solución de este problema reviste gran importancia.
a) El
comienzo de la insurrección espontánea.
Lenin distingue entre las huelgas de los años sesenta y setenta, a las
que califica de revueltas, en las que se producía la
destrucción de los instrumentos de trabajo, y aquellas de las últimas décadas
del siglo, que ya son, según su terminología, conscientes. Luego
añade que esto muestra «que el elemento espontáneo, en esencia, representa nada
menos que la toma de conciencia en forma embrionaria». Esta ya se
hallaba presente, hasta cierto punto, en las primitivas huelgas de las décadas
anteriores, pero eran sencillamente «la resistencia de los oprimidos, mientras
que las huelgas sistemáticas representan ya la lucha de clases en estado
embrionario».
No obstante, estas huelgas de los años noventa no pueden calificarse de
lucha social‑demócrata, pues ―afirma Lenin, precisando cuidadosamente sus
palabras― «la historia de todos los países muestra que la clase trabajadora,
por sus propias fuerzas, es capaz de desarrollar solamente una conciencia
sindical... En cambio, la teoría socialista surgió como consecuencia de teorías
filosóficas, históricas y económicas elaboradas por representantes cultos de la
clase Propietaria, por los intelectuales».
Surge una idea que se recalcará a lo largo de toda la obra: las masas
sociales interesan al Partido como fuerza de choque para implantar el nuevo
orden. Son los intelectuales la clave del éxito revolucionario y los que están
llamados a crear el caldo de cultivo necesario para hacer posible la revuelta
armada de la clase proletaria.
b) Servidumbre
ante la espontaneidad. Rabochaya Mysl.
Rabochaya Mysl fue la primera publicación de los «economistas». Su
tesis fundamental fue expuesta en los siguientes términos: «La virilidad del
movimiento de la clase obrera se debe al hecho de que los mismos trabajadores
han decidido, por fin, tomar su destino en sus propias manos, arrebatándoselo a
sus líderes». A esta declaración replica Lenin afirmando que equivale
a un retroceso a la etapa sindical, pues «todo culto a la espontaneidad del
movimiento de la clase obrera... contribuyó a reformar la influencia de la
ideología burguesa en los trabajadores. Todos aquellos que hablan de
sobrevalorar la importancia de la ideología y exageran el papel de la toma de
conciencia... se imaginan que el movimiento obrero puro y simple puede elaborar
y elaborará por sí mismo una ideología independiente, con la única condición de
que los obreros arrebaten su destino de las manos de sus líderes. Este es un
profundo error».
Para dar más peso a su afirmación, cita a Karl Kautsky, dando énfasis
al echo de que «el vehículo de la ciencia no es el proletariado,
sino la élite intelectual burguesa». De aquí se deduce que la toma de
conciencia socialista se introduce en la lucha de clases del proletariado desde
fuera y no desde dentro, por propia espontaneidad. Puesto que la clase obrera
no puede desarrollar una ideología independiente, la única alternativa que se
le ofrece es la ideología de los burgueses o la socialista: no existe un tercer
camino. Por eso, «la misión de la social‑democracia es combatir
la espontaneidad, desviar el movimiento de la clase obrera... y traerla bajo la
protección de la Social‑Democracia».
El omitir este deber equivale a «renunciar al socialismo». Pero
para conseguirlo hace falta una lucha feroz contra la espontaneidad, pues la
disposición natural del movimiento espontáneo es ser dominado por la ideología
burguesa.
Es interesante esa oposición a la espontaneidad humana, correspondiente
a la que hay entre las doctrinas marxistas y el sentido común de los hombres.
c) El grupo
de autoemancipación y Rabocheye Dyelo.
Lenin aborda un denso argumento polémico. La
esencia del argumento es la siguiente:
1. Los obreros de
Rusia empiezan a despertar y se aferran. instintivamente al primer medio de
lucha disponible. Esto, medios, en una sociedad moderna, son el sindicalismo y
la ideología burguesa. Se trata de un acto instintivo, es decir, inconsciente y
espontáneo.
2. El fenómeno que
habrá de determinar la misión y e carácter de la actividad editorial de la
Unión será el movimiento masivo de la clase obrera. Por supuesto que esto
admite una doble interpretación: o nos inclinamos a la espontaneidad del
movimiento, o consideramos que el movimiento en masa nos sitúa delante de una
nueva organización teórica y de nuevas misiones políticas.
Sin embargo, este movimiento en masa no nos exime de comprender con
claridad y de realizar la misión que se nos presenta por delante. Además, a
pesar de lo que diga Rabocheye Dyelo, no existe ninguna
contradicción inherente entre las dos proposiciones siguientes:
a) La Social‑Democracia
no se ata las manos ni restringe sus actividades a un plan o método
preconcebido de lucha política.
b) Sin una fuerte
organización, experimentada en la lucha política en todas las circunstancias y
en todo momento, no puede ponerse en práctica aquel sistemático plan de acción
, iluminado por sólidos principios y perseverantemente ejecutado, que es el
único merecedor del nombre de táctica (ambos argumentos son citados en Rabocheye
Dyelo,
«Declarar que 'la táctica ―como programa―' contradice la esencia del
marxismo, significa no sólo vulgarizar el marxismo en el campo de la teoría,
sino también arrastrar al Partido hacia atrás, en la práctica»
A la declaración aparecida en Rabocheye Dyelo de que la
misión del socialdemócrata revolucionario es sólo la de acelerar el desarrollo
objetivo de su trabajo consciente y la de no impedirlo con sus propios planes
subjetivos, Lenin responde preguntando: «¿Cómo puede el
arquitecto del plan subjetivo empequeñecer el desarrollo objetivo?».
Su respuesta es: «perdiendo de vista que su desarrollo objetivo crea o
destruye, fortalece o debilita a ciertas clases y sirve para determinar la
distribución internacional de fuerzas».
III. Política
sindicalista y política socialdemócrata.
a) La
agitación política y su restricción por los economistas.
«El exponer la situación económica ―por escrito― en las fábricas fue y
sigue siendo una importante palanca en la lucha económica». Pero este
acontecimiento, considerado en sí mismo, no pertenece a la esencia de la tarea
socialdemócrata, sino a la tarea meramente sindicalista, puesto que trata
principalmente de las relaciones entre los trabajadores de un oficio
determinado y sus patronos. La social‑democracia, sin embargo, se
concentra en las relaciones que existen entre la clase trabajadora, las demás
fuerzas sociales y el Estado, considerado éste como una fuerza política
organizada.
El Partido debe agitar, y, al hacerlo, debe referirse a cada ejemplo
concreto de opresión del pueblo, tal como se encuentran en las más variadas
esferas de la vida y de la actividad vocacional, personal, familiar, religiosa
y científica.
A continuación se trae a colación a Martynov. Para él, la frase «prestar
a la misma lucha económica un carácter político» significa una lucha por
conseguir reformas económicas y sociales por medio de instrumentos legislativos
y administrativos. Esto, según Lenin, equivale a minar los
aspectos más esenciales de la social‑democracia, pues «las concesiones
económicas son las más baratas y las más ventajosas, desde el punto de vista
del gobierno, porque, usando estos medios, espera conseguir la confianza de las
masas trabajadoras. Por esta misma razón, nosotros, los socialdemócratas, no
debemos, en ninguna circunstancia y de ningún modo, fomentar la creencia... de
que concedemos gran valor a las reformas económicas o que las consideramos como
particularmente importantes».
b) Cómo
Martynov interpretó más profundamente a Plekhanov.
Martynov continúa siendo el blanco de los ataques de Lenin: el uso que
hace de la terminología clásica de Plekhanov lo expone, por decir así, al
sarcasmo que sigue a continuación.
En la terminología de Lenin, el agitador, el propagandista y el teórico
sólo indirectamente alientan a las masas a la acción. El decir que las masas
son llamadas a la acción carece de sentido: son las masas las que claman por la
acción, puesto que son ellas las que actúan.
c) Exposición
y entrenamiento político en la actividad revolucionaria.
Expondremos este punto con las mismas palabras de Lenin: «Una condición
básica, para la necesaria expansión de la agitación política, es la
organización de una exposición política comprensiva... La toma de conciencia de
la clase obrera no será nunca genuinamente política a menos que los obreros
sean educados para responder a todo acto de violencia, tiranía, opresión y
abuso, independientemente de cuál sea la clase social afectada... No será nunca
genuinamente política... hasta que aprendan a aplicar, prácticamente, el
análisis y la valoración materialistas de todos los aspectos de la vida y
actividades de todas las clases obreras y de todos los estamentos y grupos de
la población».
Este conocimiento no se obtiene por la lectura de libros, sino por una
exposición directa: «Nuestra incumbencia como propagandistas socialdemócratas
es la de ahondar, extender e intensificar la exposición y agitación prácticas
políticas».
d) ¿Qué
tienen en común el economismo y el terrorismo?
Para Lenin, la servidumbre ante la espontaneidad es la raíz común de la
que emergen tanto los economistas como los terroristas. Los primeros se
inclinan ante la pura y simple espontaneidad del movimiento obrero; los
segundos, ante la apasionada indignación de los intelectuales, que carecen de
habilidad u oportunidad para fundir la lucha revolucionaria y el movimiento de
la clase obrera en un todo comprehensivo.
Finalmente, concluyen Lenin: «Todo esto prueba con precisión que, tanto
los economistas como los terroristas, infravaloran la actividad revolucionaria
de las masas..., mientras que uno de estos grupos se dedica a la búsqueda de 'excitantes',
el otro habla de 'exigencias concretas'. Ambos yerran en no dedicar la
suficiente atención al desarrollo de su propia actividad en el terreno de la
agitación política y de la organización de la exposición política. Ninguna
tarea puede servir, ni ahora ni nunca, como sustituto de esta misión».
e) La clase
trabajadora como combatiente de vanguardia por la democracia.
«La exposición política es de absoluta necesidad y la tarea cumbre de
nuestra actividad». De aquí que el principio básico para producir la
toma de conciencia política no sea el de mezclarse con los obreros, sino el
siguiente: «Para impartir conocimiento político a los trabajadores, el
socialdemócrata debe mezclarse con todas las clases sociales de la población (y
no sólo con los trabajadores, lo cual sería un principio economista); ellos
deben despachar unidades de su ejército en todas direcciones».
A partir de la tesis de que hay que mezclarse con todas las clases
sociales, surge una avalancha de interrogantes: ¿cómo?, ¿disponemos de la
fuerza suficiente para hacerlo?, ¿existe un fundamento para esta actividad?...
Las respuestas también abundan: «Lo principal, por supuesto, es la propaganda y
agitación entre todos los estamentos del pueblo»; «no es un verdadero
socialdemócrata el que olvida, en la práctica, que el comunista apoya
todo movimiento revolucionario (Marx y Engels, El Manifiesto
comunista)».
A las declaraciones de Martynov de que «no podemos dirigir
simultáneamente las actividades de varios y opuestos estamentos sociales, de
que no podemos dictarles programas positivos de acción», Lenin responde que «... no sólo somos capaces,
sino que es nuestra comprometida obligación el dirigir esas actividades de los
diversos estamentos de la oposición. Debemos aceptar la tarea de organizar una
lucha total, bajo la dirección de nuestro Partido, de tal modo
que facilitemos a todos los estamentos de la oposición la posibilidad de
aportar el más pleno apoyo a la lucha de nuestro Partido.
Por eso, «debemos hacer nuestra la tarea de dirigir los pensamientos de
los insatisfechos tan sólo con las condiciones de la Universidad o del
Zenistov, etc., a la idea de que el entero sistema político es inútil». Para realizar esta misión dice que «no, es el problema del número el que
debe preocuparnos, sino nuestra falta de habilidad en utilizar la fuerza que
efectivamente tenemos». Ni debemos tampoco preocuparnos por la
ausencia de un fundamento común entre todos los estratos de la sociedad, pues
el objetivo que mueve al Partido es «utilizar cada manifestación de descontento
y hacerla propia, sacando el mejor partido posible a cada protesta, por pequeña
que ésta sea».
Como se ha visto, a lo largo de estas líneas Lenin propone todo un
programa de acción, dirigido no a buscar el bien común de la sociedad ni
tampoco a resolver algunos problemas concretos. El objetivo fundamental y único
de esta acción ―repetimos― es crear la confusión social para, de esta manera,
lograr que el Partido se haga con el Poder e instaurar la «dictadura del
proletariado».
Lenin concluye este apartado invocando la autoridad de Alexrod: «La
tarea que aguarda a los socialdemócratas rusos, de adquirir simpatizantes y
aliados directos e indirectos entre las clases no proletarias, se resolverá,
principal y primariamente, por el carácter de la actividad propagandista
conducida entre el mismo proletariado»
f) Nuevamente
los «Difamadores», nuevamente los «Embaucadores».
Una vez más, decide Lenin entrar en combate con Rabocheye
Dyelo, aportando algunas ideas que merecen señalarse:
«Nosotros consideramos a las masas trabajadoras como la piedra sillar
... ; advertimos a todos y nos manifestamos contrarios a la idea de mermar la
importancia de la espontaneidad; deseamos prestar a la misma lucha económica un
carácter político; deseamos mantener un estrecho contacto con la lucha
proletaria»
Así queda claro que el principal medio de la guerra socialdemócrata es
la destrucción de todo principio de unidad, con el fin de suplantarlo por los
principios revolucionarios.
IV. El primitivismo
de los Economistas y la Organización de los Revolucionarios.
«El carácter de cualquier organización queda natural e inevitablemente
determinado por el contenido de su actividad». Con estas palabras,
Lenin comienza a considerar el problema organizativo, y lo hace mediante el
análisis de lo que es el carácter primitivo o «primitivismo» (primitiveness).
a) ¿Qué es
primitivismo?
No ofrece aquí Lenin una verdadera definición, sino que se contenta con
describirlo: existe una verdadera falta de coordinación con otras actividades;
también en los primeros momentos suele gozar de una cierta expansión entre los
obreros e intelectuales, prepara escritos propagandísticos, etc. Pero el único
y posible fin de esta actividad el «un inmediato y completo fracaso... porque
esta guerra declarada no fue el resultado de un plan gradualmente preparado...
con miras a una lucha tenaz y sistemática, sino que fue el resultado de un crecimiento
espontáneo»
b) Primitivismo
y crecimiento económico.
En su esfuerzo por señalar la relación existente entre primitivismo y
economismo, Lenin pasa a enumerar las peculiaridades de este carácter
primitivo: es algo más que falta de preparación; revela estrechez de miras en
el trabajo revolucionario; no cae en la cuenta de que la organización de buenos
revolucionarios no puede basarse en tan estrecha actividad; y trata de
justificar todo esto con una teoría.
Señala que los intentos por librarse del economismo, que es la raíz de
todos los males, se han manifestado en una doble vertiente: a) el oportunismo,
que rechaza una misión política militante en favor de unas exigencias políticas
inmediatas, y b) el terrorismo, que se aparta de toda gradualidad y recurre a
la motivación por el terror.
«Ambos... se inclinan ante un predominante diletantismo. Ninguno cree
que puede ser eliminado, ninguno comprende nuestra primordial e imperativa
tarea práctica de establecer una organización de revolucionarios capaz de prestar
energía, estabilidad y continuidad a la lucha política».
Por fin, en las páginas siguientes señala el verdadero nudo de la
cuestión: «Hemos llegado a la cuestión de la relación entre una organización de
revolucionarios profesionales y el movimiento obrero puro y simple». Y
esta relación es muy importante porque, si bien las masas son capaces de
determinar el resultado del entero movimiento, la lucha contra la policía
política exige cualidades especiales: revolucionarios profesionales.
c) Organización
de los trabajadores y organización de los revolucionarios.
Tal como se desprende de la lógica interna de las dos posturas, cuando
un socialdemócrata y un economista hablan de organizar a los trabajadores,
realmente se refieren a dos cosas distintas. Para preparar un movimiento de
trabajadores, asunto en el cual se especializan los economistas, debería cumplirse
lo siguiente:
a) que sea la organización de un sindicato;
b) que sea lo más
amplio posible;
c) que sea tan público como lo permitan las circunstancias.
Por otra parte, hablar de la organización de revolucionarios significa
exigir:
a) que se haga con mentalidad profesional;
b) que se suprima toda
distinción entre el obrero y el intelectual;
c) que sea todo lo secreta
posible....
Sin embargo, los sindicatos pueden conseguir toda la publicidad posible
sólo de dos maneras: ya sea porque actúan legalmente, o porque la organización
se mantiene en secreto y tan flexible que la necesidad de usar métodos secretos
se haga superflua para la mayoría de los trabajadores. Pero es
imposible que la legalización de los sindicatos pueda favorecer la creación de
un sistema tan extenso como secreto. Por consiguiente, la única solución es
apoyar a aquellos trabajadores que se dedican a establecer sindicatos secretos.
Lo necesario para conseguir este tipo de organización es que «un pequeño
y compacto núcleo de trabajadores dignos de confianza, experimentados y
endurecidos, lleven a cabo todas las funciones de un sindicato, manteniendo
representantes en todos los distritos y relacionándose con ellos en estricta
obediencia a todas las reglas del secreto, así como organizaciones de
revolucionarios y de apoyo a las masas, pero sin ninguna organización formal»
La clave del éxito está siempre en la existencia de buenos líderes
revolucionarios, y en esta materia ―afirma Lenin― hay que aprender de los
alemanes, cuyo «pensamiento político está suficientemente desarrollado... y han
acumulado la suficiente experiencia política como para comprender que sin...
líderes experimentados y de talento..., formados profesionalmente, educados por
una larga experiencia y trabajando en perfecta armonía, ninguna clase social
puede llevar a cabo una lucha determinada en la sociedad moderna».
En contra de esta declaración de Lenin, dice que «una decena de hombres sabios puede ser aniquilada al chasquido
de un dedo, pero cuando la organización cuenta con las masas, nadie, por más
que lo intente, podrá llegar a desbaratar la causa, porque todas las cosas
proceden de ella». Por eso, Lenin se ve obligado a precisar que:
1. Ningún movimiento
revolucionario puede perdurar sin una organización estable de líderes que
mantengan la continuidad.
2. Cuanto más
numerosa sea la masa popular atraída espontáneamente a la lucha, tanto más
urgente será la necesidad de una organización como la indicada, y tanto más
sólida debe ser esta organización.
3. Una organización
de esta naturaleza debe estar formada, sobre todo, por gente profesionalmente
comprometida en la actividad revolucionaria.
4. En un Estado autocrático, cuanto más limitemos la admisión a gente
que está profesionalmente comprometida en la actividad revolucionaria y que
haya sido formada profesionalmente..., tanto más difícil será desarraigar la
organización.
5. Así será mayor el
número de gente de la clase trabajadora y de otras clases sociales que podrán
unirse al movimiento y desarrollar un trabajo activo dentro de él.
Sin embargo, resulta evidente que una organización de masas no es capaz
de mantener el secreto y, por tanto, se hará necesario hacer uso «de una
centralización de las funciones secretas de la organización, (lo cual) de
ninguna manera implica la centralización de todas las funciones del movimiento».
En las respuestas de Lenin se observa claramente el modo en que la
futura «democracia socialista» estará gobernada: en definitiva será una élite
de intelectuales los que regirán los destinos de la sociedad, con unos fines
impuestos por ello,, y que sólo velarán por la protección de los intereses de
clase proletaria.
d) El
objetivo del trabajo organizativo
Lenin
empieza con una consideración en profundidad del objetivo del trabajo organizativo,
y llega a la conclusión de que «no hay gente..., pero hay una masa de gente». La sociedad produce muchas personas adecuadas para la causa, pero
somos incapaces de hacer uso de todas ellas. Por
consiguiente, existe una falta de organización que puede remediarse por medio
de una especialización de tareas, que también contribuirá a la
unidad del todo (ibídem). Pero no debemos olvidar que «cuanto más
secreta es una organización de este tipo, tanto más fuerte y más extensa será
la confianza en el Partido» (ibídem).
Para ello es necesario que el trabajador revolucionario se convierta en
un profesional revolucionario. Rusia debe aprender de los alemanes, quienes se
esfuerzan por situar inmediatamente a todo trabajador que promete, en
condiciones que favorezcan el progreso de su carrera y el desempeño de sus
deberes, apoyándolo y animándolo a estudiar y a ampliar su experiencia.
e) La
organización conspiradora y el «democratismo».
Lenin comienza acusando a los socialdemócratas de ser simpatizantes de
la corriente Narodnaya Volya por dos razones:
a) por
el hecho de que la historia del movimiento revolucionario es poco
conocida;
b) por la errada interpretación de la polémica
socialdemócrata contra el punto de vista conspirador sobre el pensamiento
político.
«Hemos protestado siempre, y lo seguiremos haciendo, contra el deseo de
confinar la lucha política a la pura conspiración. Pero esto no significa, por
supuesto, que neguemos la necesidad de una fuerte organización revolucionaria». No carece de interés observar
el desliz que comete Lenin al decir que se necesita una fuerte organización
«para acudir a la rebelión y a cualquier otra forma de ataque». Evidentemente conoce la distinción entre revolución y rebelión, pero no se
preocupa de distinguirlas.
Sigue insistiendo en la necesidad de una fuerte organización
revolucionaria, y para eso hay que evitar dos posiciones
extremas: el economismo y su defensa de la moderación, por un lado, y el uso de
la motivación por el terror, por otro. Por esto
es necesaria la centralización de la organización revolucionaria que prepare el
movimiento «para efectuar ataques que ofrezcan buenas probabilidades de éxito».
Lenin afirma que esta visión de la organización no contradice los
principios democráticos, y, a modo de resumen de todo lo dicho, concluye
diciendo que «el único principio organizativo serio del movimiento activo
revolucionario debe ser el del secreto estricto, el de la estricta selección de
los miembros y el de la formación profesional de revolucionarios. Si se cumplen
estos objetivos, entonces quedará garantizada entre nosotros algo más que el
democratismo, es decir, la completa... y mutua confianza entre los
revolucionarios ».
f) La tarea
local y la tarea Pan‑Rusa.
Lenin afirma que el movimiento Pan‑Ruso ha resultado perjudicado por los
intereses y actividades locales: «Si el mismo número de ediciones (periódicos
revolucionarios) se hubiera publicado no por grupos locales desparramados, sino
por una sola organización, nos habríamos ahorrado mucho esfuerzo y habríamos
asegurado una estabilidad y continuidad inmensamente mayores»
Nadie niega, dice Lenin, la importancia que posee un periódico local, en
términos generales, pero la experiencia demuestra que son:
a) inestables
en los principios;
b) costosos por el uso que reclaman de
fuerzas revolucionarias;
c) carentes de significado político,
y d) técnicamente insatisfactorios.
Más adelante, Lenin observa que «los periódicos de carácter nacional
sirven mejor, no sólo a los intereses generales de nuestro movimiento.... sino
también a los específicamente locales». Aunque los periódicos no deben
ignorar los problemas locales, es, sin embargo, difícil de conseguir un mínimo
suficiente de escritores bien formados, como «para combatir toda opresión
económica, política y nacional». Por esto, «debemos encontrar, formar y poner
en movimiento un ejército de gente omnisciente».
Finalmente, Lenin hace algunas consideraciones sobre el periódico
sindical, el cual debería:
a) relevar a la prensa
socialdemócrata de detalles sindicales con un interés puramente local;
b) llevar
un control de los resultados obtenidos en la lucha, y
c) servir
como una guía de agitadores
V. El plan para un
periódico político nacional.
A) ¿Quién se
sintió ofendido por el artículo «¿Por dónde empezar?»?
Lenin señala que sólo Rabocheye Dyelo y Krichevsky
parecen oponerse a la idea de un periódico nacional. Pero ningún miembro del
Partido, ni rama alguna de él, ha expresado quejas respecto a esta idea,
contrariamente a las acusaciones levantadas contra Iskra.
A las acusaciones lanzadas por el Bund y por la Unión en el extranjero,
Lenin responde recordando los intentos de Iskra por colaborar
con estas organizaciones y que, por tanto, hacen infundados los calificativos
de impostor y contrario a los intereses del Partido, con que le han calumniado.
Así, cita los títulos de diversos artículos y publicaciones con las que ha
intentado colaborar, y concluye que sólo después del fracaso de dos intentos
por establecer un órgano del Partido se decidió a la publicación de un
documento no oficial.
B) ¿Puede un
periódico ser un organizador colectivo?
Contra esta posibilidad, Nadezhin ofrecía dos argumentos: un periódico
nacional, por muy bien organizado que esté, no tendrá ninguna importancia si
las organizaciones locales no están coordinadas entre sí, y, por otra parte, las
masas descubrirán que es más fácil organizarse a través de actividades más
concretas.
A estos argumentos Lenin replica diciendo que «no existe ningún medio de
formar organizaciones políticas fuertes, que no sea a través de un periódico
nacional..., para sostener cada protesta y cada levantamiento, y usarlos para
construir y consolidar las fuerzas que serían capaces de llevar a cabo el
combate decisivo». Pues «las masas no aprenderán nunca a dirigir una
batalla política hasta que hayamos contribuido a formar líderes para la lucha». Y esto sólo puede hacerse a escala nacional. Además, esto hace que la
tarea de la policía se haga más difícil. Lenin concluye diciendo que un
periódico nacional «no es únicamente un propagandista y agitador, sino también
un organizador colectivo».
C) ¿Qué tipo
de organización necesitamos?
Debe realizarse la idea de un llamamiento inmediato a la acción en favor
de una actividad de reclutamiento, organización y movilización permanente. Pero para conseguir la fusión de la fuerza destructiva elemental de
las masas con la fuerza destructiva consciente de los revolucionarios
intelectuales hace falta un periódico ruso de difusión nacional, que es el
único que puede garantizar la posibilidad de adaptarse a las más diversas y
variables condiciones de lucha.
Así se podrá, por una parte, evitar una guerra declarada con un enemigo
fuertemente concentrado, y, por otra, será posible aprovecharse de su rigidez y
atacarlo cuando menos lo espera. La organización que consiga
crear este periódico estará preparada para cualquier eventualidad: desde la
defensa del honor y prestigio del Partido hasta la elaboración y ejecución de
un levantamiento armado a escala nacional.
7.- CONCLUSIONES
La historia de la Social‑Democracia rusa puede dividirse en tres
períodos:
1884‑1894: Período en el que surgió y se consolidó la teoría y la
práctica de la socialdemocracia.
1894‑1898: Período en el que se produjo un resurgir de la
actividad, con un despliegue de entusiasmo general, por parte de los
trabajadores, por la acción huelguista.
1898―? : Período de desunión, vacilación y disolución,
en el que los líderes permanecieron a la zaga Lenin indica que sus ideas en
materia de organización tanto en la teoría como en la práctica (tal como deben
ser precedidas por una exposición de las diferencias puede observarse en la
libertad de crítica y en existentes entre él y sus adversarios dentro de la
Social-Democracia rusa el primitivismo), y se empeñaron en buscar una
justificación para su actividad
retrógrada.
La conclusión general del libro es la necesidad de poner fin al
tercer período de que no puede darse un movimiento
revolucionario sin una teoría: para que un partido tenga éxito en la lucha
revolucionaria.
8.-AGRADECIMIENTO
Quiero agradecer de manera muy especial al profesor Rolando Reátegui
Lozano, por intentar sembrar en nosotros la buena costumbre de la lectura, pues
como profesionales estamos obligados a conocer la realidad política, social y económica
de nuestro entorno local, nacional e internacional. y así poder contribuir con
el desarrollo de nuestra sociedad.
9.- REFERENCIA BIBLIOGRAFICA
tomado de la
Introducción a esta obra de Lenin, en su versión inglesa: What is to be
done?, Utechim S.V., Oxford 1963, pp. 2‑11.
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